Al Ton del Son

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un vals con acordeón...

Un vals con acordeón me lleva a un lugar de campanas y vueltas. Envío y recibo buenas ondas. Círculos de manos se enciman, uno dentro de otro y me llevan, me llevan a otro lugar. A un lugar con violines y saltos, circulos de piernas que pisan infatigables y se enciman, uno dentro del otro y me llevan a otro lugar, a aquel lugar latino de maracas y grandes guitarras, donde largas uñas rasgan y rasgan, y me llevan por un largo camino a un lugar, a otro lugar,a ese lugar lleno de cabezas danzantes que giran sobre si y bailan y bailan, y cantan y cantan, y alcanzo a tomar una nota musical con la punta de los dedos, me trepo, me siento en ella, me agarro, me aferro y me lleva hacia arriba, dirección perdida hacia aquel lugar. Aquel lugar donde por la tarde todo confluye, nace y muere y renace. Donde nada empieza porque nada termina. Donde acordeones violines guitarras y maracas tocan si cesar, donde manos se enciman, donde pies infunden ritmo, donde las uñas rasgan la superficie y dejan entrever lo puro, lo real, la escencia, dejan ver el todo; donde cabezas danzan y cantan, cantan y giran, giran y viven, viven asi, todo vive. Y el vals sigue. Y círculos dentro de círculos. Círculos que se hacen cuadrados, cuadrados que no son, triángulos que serán, circulos que son, perfectos son. Y como he dicho ya, la música está, en aquel lugar está. Hacia allí vuelvo.