Al Ton del Son

domingo, 30 de septiembre de 2012

Viento!

En Otoño quiso barrer las hojas. Pero el viento las volvía a salvar como si fuera piedra libre y se desperdigaban por todo el patio.


En Invierno quiso lanzarle una bola de nieve a su amigo. Pero el viento no entendió que "los de afuera son de palo" y sopló tan fuerte que la deshizo en el aire.


En Primavera quiso sentarse a leer un libro tranquilo en la plaza. Pero el viento ansioso por conocer el final, insistía en voltear y cambiar la hoja siguiente.


En Verano quiso tirarse a dormir la siesta en la reposera. Pero el viento hiperactivo que estaba super entretenido desarmando el castillito de un chiquito de la sombrilla vecina, lo llenó de arena a diestra y siniestra.

Lo que nunca entendió es que el viento no se cansa nunca de jugar. Y es que el viento siempre busca alguna victima a la que pueda enseñarle algún juego nuevo, y nosotros, al no estar preparados para jugar con él,  no lo entendemos y simplemente lo odiamos por hacernos pasar un mal rato.


Al juego, y lo que representa en cada uno. A los DESATADOS  por el juego, como el viento todo el año.



lunes, 2 de julio de 2012

De llaves y llaveros.

El piso de madera me recibe como todos los días a las 7 de la tarde. Le doy dos vueltas a la cerradura y cuelgo las llaves en el llavero junto a la puerta. Ya en pleno invierno el frió se hace sentir, pero las paredes rojas y el calefactor eléctrico me ayudan a pasar el rato. Me hago un café. Tus llaves no están y hasta las nueve no vas a llegar.
A las ocho y media me pongo a cocinar. Corto, pelo, rayo, caliento y sirvo. Hace poco más de un mes, un haz de luz llenó mi departamento. Brilló. Cuando dijiste si. Cuando apareció en el baño tu acondicionador. Cuando apareció en la cocina tu Essen, y en la heladera un vino blanco dijo "acá estoy yo". Cuando en la pieza aparecieron tus pantuflas y en el balcón floreció un potus. Ahí supe que el departamento ya no me quedaba grande como antes, que ahora era justo. Justo para mi. Para los dos.
Pero son las 10 y media ya y vos todavía no apareciste. Y te llamo al celular y no me contestas. Y ahi el haz de luz en el departamento desapareció. Parece como si hubiera corrido la puerta de vidrio y hubiese saltado por el balcón, dejando como único testigo al potus inerte. ¿Te arrepentiste? ¿ Fue demasiado que haya usado tu toalla? ¿O haberte pedido que bajes vos la bolsa de la basura aquella vez? ¿Será que para vos el departamento es demasiado chicos para nosotros dos?. La cena se enfría.
¿Y que? ¿Que tiene que te haya usado la toalla? La mía todavía no se había secado y aparte fue una sola vez. Aparte lo de la basura era porque estaba engripado, tampoco te va a matar que bajes una vez las escaleras en tu vida a sacar la basura. Son 5 pisos solamente.
¡¿Sabés que?! Mejor para mi. Sería genial tener de vuelta el departamento para mi, y dejar ropa tirada por la pieza y no tener que lavar los platos inmediatamente después de comer. Si, ¡Eso! Mejor para mi.

La cerradura suena. Se abre la puerta y el piso de madera te recibe. Colgás las llaves al lado de las mías y me encontrás en el balcón arrodillado limpiando lo que queda del potus desparramado por el piso.
-Perdón que llegué tarde, pasé a comprar un vino así brindamos por el primer mes viviendo juntos. Que le pasó al potus?
-Nada nada, un haz de luz se escapó y se llevó puesto el potus. Pero volvió y el departamento brilla como nunca. Vení que calentamos la comida.

martes, 15 de mayo de 2012

Maldiciones de un lunes

Gris. El cielo gris cuando me asomé por la ventana, no me dijo nada. Las hojas que entraron por la puerta, cuando de repente se abrió, no me dijo nada. El viento que mi pelo despeinó cuando la vereda pisé no me dijo nada. Que no pasara ningún auto y que la calle haya estado partida a la mitad, no me dijo nada. Mi ropa roída y mis manos quebradas, no me dijeron nada. Que no haya Sol, ni nubes, ni cables, ni torres, ni gente, ni ruido, ni libros, ni veranos infantiles, ni chistes absurdos, ni perros pulgosos, ni barcos perdidos, ni vasos vacíos, ni guitarras tiradas, ni nada. Tu micrófono se apagó, y no me dijo nada.

domingo, 22 de abril de 2012

Match Point

Match Point para la Originalidad. Estaba jugando un muy buen partido. Tenia un saque imbatible, un revés excelso, un slide único, un globo inalcanzable; en fin era una campeona nata. La Originalidad estaba jugando un partido inolvidable contra el Olvido. El Olvido, a diferencia de la Originalidad, no tenía ni un buen saque, ni un revés extraordinario, ni un slide estupendo y mucho menos un globo inalcanzable. Él era uno más del montón, pero sin embargo venía superando todas las etapas anteriores. Nadie recordaba muy bien cómo, pero el Olvido había podido ganarle a cada uno de sus oponentes, y aunque no era en nada competencia para la Originalidad, esa tarde, él se había propuesto ganar.
Cuando la Originalidad estaba por sacar, el Olvido se apuró a gritarle "¡Hey! ¡Originalidad! ¡Que seas siempre original, ya no es original!". La Originalidad se había quedado helada. Tenía razón! En su afán de ser original, se había vuelto repetitiva, y lo repetitivo no es original.
No podía ser. Para demostrarle al Olvido cuan errado se encontraba, comenzó a jugar mal. Erraba sus saques como nunca nadie lo había hecho. Su revés y su globo eran irrepetibles e inimaginables, ¡pero sólo que de horribles! Empezó a jugar con los ojos cerrados, después saltando en una pierna, jugaba en cuatro patas y ¡hasta de espalda!. El Olvido aprovechó la ridiculez de su competidor para dar vuelta el partido, y para finalmente ¡conseguir ganarlo!.
El Olvido triunfal recibió su medalla, pero ya nadie le prestaba atención. Todos miraban a la Originalidad, que corría hacia atrás con la medalla puesta como si fuera una vincha, moviendo los brazos como intentando volar. La Originalidad en su afán de mantenerse fiel a si misma se había vuelto totalmente loca, pero la gente la miraba  como hipnotizada por tal espectáculo, y salió corriendo tras de ella, cuando  abandonó la cancha por una de las puertas de emergencia. En el medio de la cancha, el Olvido miraba, y con la medalla  todavía colgando de su cuello, atónita sin poder comprender qué acababa de suceder.

Esa tarde la Originalidad, que había perdido el partido, pasó a la historia; y el Olvido en cambio, bueno, en este momento... no recuerdo.

miércoles, 18 de abril de 2012

Amor agreste

Acostado de espaldas y con la cabeza apoyada sobre las palmas, miraba al cielo. El bote apenas tiene espacio para mi, así que parte de mis piernas quedan sostenidas en el aire, y el agua alcanza a tocar las puntas de los dedos de mis pies cuando una tímida ola bambolea el bote. El calor del Sol llega hasta mi y me avisa que ésta noche me va a doler un poco la cabeza si sigo mirándolo descaradamente en esa posición.

A punto de dormirme, un grito desde la orilla llama mi atención. No se asusten, no fue un grito de terror. Fue mas bien un saludo a lo lejos. Tuve que hacer un gran esfuerzo para lograr sentarme sin voltear el bote. Cuando lo conseguí y miré hacia la orilla, pude ver un caballo que desde allí me observaba mientras comía unos pastos que del suelo amanecían. Miré en todas direcciones y no pude encontrar el cuerpo del cual la voz había salido. Entonces se me ocurrió que por ahí alguien estaba buscando el caballo y por eso gritaba por el bosque, y yo desde el medio del lago no podía verlo por la espesura que me rodeaba.

En el afán de ser el héroe del día me dirigí hacia la orilla y una vez ahí, levanté el bote y lo deje sobre unas hierbas en las que el caballo, o bien, no se había fijado, o no le llamaban la atención. El caballo era un hermoso animal de pelaje marrón con manchas negras. Tenia un largo crin negro que caía sobre su cuello y descansaba parte sobre su lomo. Fue amor a primera vista. Recordé inmediatamente que cuando era chico solía andar a caballo en los campos de mi abuelo. Entre todos los caballos que él tenía mi favorito era uno muy parecido al caballo que hoy se encontraba perdido a la orilla del lago. Me pasaba largas tardes montado sobre él y recorría hasta donde el campo me lo permitiera. Solo él y yo galopando por los valles.

Miré alrededor, a ver si podía encontrar al dueño de ese animal. Pero no hubo caso. Si bien el Sol se infiltraba entre las copas de los árboles y me dejaba ver entre ellos, no pude ver a ninguna persona. "¡Acá está!" grité con la esperanza de que alguien me escuche. El caballo (que nunca me había sacado la mirada de encima) se me acercó. "¡Acá está!" grité mas fuerte, convenciéndome de que alguien podría escuchar. El caballo se me acercó un poco más. "¿A quién le gritás?" Me dijo el caballo. Retrocedí tres pasos si poder creer lo que acababa de escuchar. "¿Qué?" Pregunté casi sin voz y sin esperar respuesta, repitiéndome que eso lo había imaginado. 
-Que ¿a quien le gritas? No hay nadie mas acá en el bosque que nosotros dos. Bah! En realidad es mentira, hay más animales, pero ningún otro como vos. Osea humano.
-Pero...Pero ¿como? Vos, vos..
-¿Me llevás a dar una vuelta en el bote? -Me dijo, sin reparar en mi asombro- Te vi recién ahí acostado en el bote y me dio mucha envidia. ¿Me llevas?

Me desperté de un salto y el bote casi se dio vuelta. Había sido un sueño. La transpiración me corría por la espalda y al sentarme una brisa me recorrió al entrar por debajo de la remera . La cara me ardía debido al Sol. Me costó un momento despertarme del todo. Con una mano tomé un poco de agua del lago y me la tiré encima de la cabeza. Cuando estaba por acostarme nuevamente, siento detrás de mi un grito que venía desde de la orilla. Pero no un grito de terror, sino mas bien un grito parecido a un saludo. Igual al del sueño! Sin creerlo -y después de tomar aire profundamente- me di vuelta lentamente. Cuando mi mirada llega a la orilla, y para mi sorpresa, veo a mi hermano que había llegado en la camioneta. Me hacía señas con los brazos. Me estaba esperando, habia venido a buscarme.

En el camino a casa, y a punto de dormirme en asiento del acompañante, mi hermano me dice "¡Mirá que hermoso!" señalando al costado del camino a un caballo marrón, con manchas negras.


martes, 17 de abril de 2012

Tomi, Luz y Luna

Tiró su zapatilla sobre su hombro izquierdo, que cayó a un par de metros de distancia de la zapatilla derecha. Se aflojó la corbata y de repente toda la presión que sentía en su sien se disipó. Tenía una canción en la cabeza, pero no podía cantarla ya que no se sabía la letra. Nada podía frustrarlo más en ese momento, ni siquiera no poder silbar la melodía. Su cabeza estaba en otro lugar, y le parecía que su cuerpo mortal empezaba a descomponerse en ese preciso momento. "Sólo 37 años" pensó. Abrió la heladera y al querer sacar una botella de vino de su interior, tiró la jarra de vidrio con agua. La jarra cayó en cámara lenta. El impacto fue tal, que "Tomi" se despertó de un sobresalto y corrió pegado a la pared hasta la cocina, en donde encontró a su dueño mirando absorto el piso, con una botella en la mano. Nada podía frustrarlo mas en ese momento, ni siquiera los vidrios desparramados en el suelo. Nada. Ni siquiera, su gato tomando el liquido prófugo que entre las uniones de las baldosas intentaba escapar. "¿Qué miras? ¿Nunca viste un gato comiendo vidrio?" Parecía decirle el gato. "Encima que te limpio el piso".
-Gracias- Le dijo, como si pudiesen entenderse.
El ventilador en el techo giraba tan lento, que podían observarse las pelusas en las paletas. Esa misera imagen lo obligó a aumentar la velocidad del ventilador. En la botella le quedaba menos de medio vaso que de un solo sorbo se tomó. Cuando quiso apoyar la botella en la mesita ratona, sus ojos lo engañaron y se quedó corto por diez centímetros. Abrió la mano. La gravedad de la Tierra, la superficie del piso y la fragilidad del vidrio, hicieron todos su trabajo. En un abrir y cerrar de ojos, Tomi estaba chupando el piso al lado de él y le dirigía la mirada diciendo "te tomaste todo".
-Perdón- Le dijo, como si pudiesen entenderse.
Descalzo como estaba salió al balcón, y se apoyó con los brazos cruzados en la baranda. Miró por sobre los edificios de la ciudad y pudo ver una sola estrella. Había tanta luz en la ciudad, que le impedía ver las estrellas y sólo una lograba destacarse en el cielo, dándole la espalda a la Luna que redonda la miraba.
Él pudo observar que no era el único frustrado esa noche. En esa estrella pudo ver frustración. Y seguramente mucha más de la que él podría nunca imaginar. Esa noche la luz de la ciudad y la redonda Luna, conspiraron contra la noche. Esa noche sólo una noche pudo brillar. Pero ella no estaba feliz, estaba frustrada. Sólo una estrella pudo brillar, y estaba frustrada. Sólo una estrella pudo brillar esa noche, y estaba frustrada. Igual que él.

sábado, 14 de abril de 2012

Premeditado

Vi latir tu sien antes de llegar. Vi mil reflejos caer y tu sombra que esperaba. Ahí voy, un poco mas allá, por la misma estación. Y en el anden te vi. Y vi tu pollera mi mirada de reojo revirar, y vi también tu pelo largo saludar. Ay ay! Ay ay! Gracias tren, que tardaste tanto en venir, y que me dejaste mirar un poco más. Gracias tren por ser el mismo que ella y yo debíamos tomar. Gracias vagón por estar libre ¡justo vos!. Gracias asiento por ser el único para los dos.... "Hola", saludé.

viernes, 13 de abril de 2012

Funktácito

"I feel good" le grito al carnicero. "Un kilo de funk, y dos magia sideral" y me da una bolsa color verde espacial. Vuelvo y rumbo a casa, dos calles cruzo  y saludo a un oriental . Subo 7 pisos y salgo del "elevador". La PC en el depto prendida y se escucha como escapan beats por la cerradura. Entro al A bemol. Abro el sofá cama y me encamo con mi Malbec. Lo acaricio, enrosco y, sin poderlo controlar, suelta su juego en mi copa estomacal.
El agua se filtra por el ventanal y el calor la empaña antes de medianoche. Desde arriba juegos van y vienen. Muebles se estremecen y yo con mi Malbec brindamos otra vez. Desde abajo una escoba camina al revés y golpea mi sostén estructural.
Escalas sintéticas rasgan mi cuerpo, me pongo a bailar, y como en una profunda jungla en un trance hipnótico y  ancestral, siento mi carne quemar por la fogata central. Tambores y pezuñas suenan, y mis pies alternan fricción con mi propia realidad. No existe canción ni velocidad, ni nada de que resulte artificial. Todo natural. Inmaterial.

domingo, 8 de abril de 2012

Antes de tu arte

Me grabé tu voz y con la guitarra escribí una canción que te hiciese honor, como se suele decir. Te saqué una foto y pinté un retrato que te hiciera honor, como se suele decir. Te pensé y escribí un poema que te haga honor, como se suele decir.
Firmé miles de autógrafos, me saqué millones de fotos, me hice conocido en lugares recónditos. Me hice más conocido que tu canción, más conocido que tu retrato, más conocido aún que tu poema. Y sin embargo siento que quiero mas de vos.

lunes, 19 de marzo de 2012

Amores que matan nunca mueren

Prendió la luz y un olor a polvo inundó sus pulmones. Como no llegaba a pararse tuvo que ir arrodillada para encontrar la caja que estaba buscando. Después de mucho revolver y acomodar, encontró la caja que buscaba. Un vieja caja de galletitas en la que guardaba algunos de sus mejores recuerdos. Para poder alcanzarla tuvo que correr un par de lamparas oxidadas y un perchero de madera tallado que había heredado de una abuela.
Sentada en el entrepiso se hizo espacio y vació el contenido de la caja en frente a ella. Sus ojos no sabían en que recuerdo descansar ya que frente a ella tenia cientos de fotos, postales y cartas, dibujos y collares, cassettes y llaves. Agarró un cuaderno y se encontró con que era uno de sus viejos cuadernos de comunicaciones del jardín. Cerró los ojos y como si fuese un juego recorrió cada uno de aquellos recuerdos. En un momento frenó y agarró con las puntas de los dedos dos fotos. Reconoció una de ellas al instante. Era una foto de ella cuando tenía dos años sentada en la playa de espaldas a la cámara mirando hacia el mar. Tenía una malla enteriza y el pelo que apenas le llegaba a los hombros, se le arremolinaba por la brisa. Hacía años que no veía esa foto, y sin embargo casi pudo revivir el ruido de las olas rompiendo en la escollera y el olor a mar que de seguro inundaría la playa aquella mañana.
La otra foto no la conocía o por lo menos no la podía recordar, era una pareja sentada en la arena en una playa. También estaban sentados de espalda a la cámara y mirando el atardecer. Él sobre la izquierda estaba con un sombrero de paja y tenía las manos apoyadas sobre la arena. Ella, tenia su mano izquierda sobre la de él y la otra sobre su cabeza sosteniendo su pelo, acomodándolo detrás de la oreja. Recién ahí, se dio cuenta de que aquella mujer tenía puesta una malla enteriza roja, igual que ella en la foto anterior.
Bajó la foto un minuto y levantó la mirada hacia la pared repleta de recuerdos que tenía frente a ella. Algo en ella quería despertar, pero no sabía qué. Miró la foto otra vez y el corazón le apretó en el pecho, tanto que sentía que se hinchaba en cada respiración.
Guardó las fotos, las llaves, las cartas y todo lo demás en la caja. Puso las lamparas y el perchero de nuevo arriba de la caja y bajó las escaleras.
Se preparó un café, batido como a ella le gustaban y se sentó en la reposera frente a la puerta de su casa.

Del auto se bajó un hombre de ojotas y de malla, claramente preparado para la ocasión. Se acercó a la mujer con una heladerita en la mano.

-Vamos a la playa mi amor?

La mujer guardó la reposera en el baúl del auto. Y así la mujer de la malla enteriza roja y el señor del sombrero de paja, salieron rumbo a la playa a sentarse a mirar el atardecer.

A M. D. Tinto

martes, 13 de marzo de 2012

Chocolatín

"Nunca mas voy a amar" se dijo mientras cruzaba la calle hacia el kiosco de la esquina. El mismo kiosco al que iba a comprar desde que tenia memoria. El mismo al que iba a comprar chocolatines con monedas de 25.
"Ya me hicieron sufrir una vez" refunfuñó mientras cruzaba la calle pero en sentido contrario encarando al portón de su casa. Se sentó en el escalón de la puerta de su casa y ahi se quedó mirando un limonero que se alzaba por entre el fondo de una vieja casa abandonada. La misma casa en la cual había jugado a la escondida por primera vez.
"Son todas iguales" dijo entre dientes mientras se terminaba el pucho y lo apagaba con el saliente del escalón de mármol blanco. Pasó una señora y lo miró con cara de "jóvenes eran los de antes"
"Nunca voy a encontrar una chica como..." y casi se ahoga al apurarse para tragarse sus palabras y alcanzar a silbarle a la chica que acababa de pasar y se metía en la casa de al lado.
Cruzó la calle, entró al kiosco, compró un chocolatín, salió, cruzó y se sentó en el escalón.
Esperó.

viernes, 3 de febrero de 2012

Perfeccionista

Yo soy demasiado perfeccionista.
Pará, "yo soy" es redundante.
Soy demasiado perfeccionista.
Pará, o soy perfeccionista o no lo soy, no puedo ser "demasiado perfeccionista".

Soy perfeccionista.

No me gustó como quedó, mejor no pongo nada.

jueves, 2 de febrero de 2012

Bosta resbaladiza

El pibe tocador de palabras yankees cayó al suelo después de recibir el bombo leguero por la cabeza. Quiso silbar un jazz pero un bandoneón directo a las bolas lo hizo gritar "finito finito". Buscando un pozo petrolero en su quinta privada una bandada de teros le cago su Rolls Royce y una yegua en celo le cagó la reposera ocupada por su mujer. Menos mal que estaba ella, sino la bosta la recibía la pobre reposera "made in china". Igual de tanta crema la bosta le resbaló. Y es que siempre les resbaló la bosta, no como a otros que les queda bien (bien) pegada. La bosta les resbalaba. Una lástima.