Al Ton del Son

domingo, 14 de agosto de 2011

Bombos.

Me despierto. La sensacion del corazon de la boca. Pero no es el corazon lo que late. El ritmo se acerca. Respiro agitado por la boca, y siento como mi respiracion resuena dentro de mi cabeza como si se hubiese equivocado de camino y rebotando en mis paredes busca la salida. Mi cama tiembla. Con los ojos todavia cerrados, acostado sobre mi hombro derecho siento con la punta de los dedos el borde del precipicio. Siento como el talud del colchon me tira sobre mi espalda al medio de la cama. No, no era mi corazon lo que latia. Comenzó despacio, y aumentó, cada vez mas fuerte. Ritmo y ruido. Caos y metal. No entiendo, estoy dormido?. El ritmo se acerca. Tengo el brazo derecho dormido y cuando giro la cabeza mis labios se despegan de la almohada. Al parecer mi saliva habia encontrado una comisura lo suficientemente amable de darle paso fuera de mi. El piso comienza a temblar, y las paredes bailan al compas del festival que afuera sobreviene. Y viene. Sobreviene y viene. Pum Pum Pum tiembla Pum Pum Pum siento Pum Pum Pum bombos.

Con mis ojos cerrados (todavia), imagino el festival, bombos gritando a viva voz los golpes que reciben, la banderas enastadas, flamean enardecidas y con movimientos lacónicos como si el cielo fuese de ellas y no quisieran volver al piso mortal del cual nacieran. Las bocinas ya estaban afónicas de tanto vitorear y festejar la unión. Giro sobre mi izquierda. Me imagino las lunas electricas iluminandoles el paso y saludando el festival, denotando estupor ante aquella explosion de juerga y alegria . El ruido que sigue, y sigue, y aumenta y crece. Y entonces, silencio.

Pasó. Pasaron los bombos y las banderas. Algunas bocinas que se quedaron atrás, persiguen las migajas que les dejaron las banderas deshilachadas de tanto flamear, y llaman, como ahogadas de tanto cantar. Algunas, hasta me dan lastima de la poca voz con la que intentan chiflar a los mas adelantados.

En mi habitacion, el desfile dejo heridas, los cuadros torcidos y la ropa se arrugó del miedo que tenía. La ventana entre abierta, ahora dejaba pasar la brisa anticipando el crepúsculo invernal.

El sueño vuelve a hacer mella en mi, y "son las 6 de la tarde" me contesta el reloj.

El pueblo hoy votó e hizo temblar mis paredes. Y estoy seguro que también temblaron las paredes de muchas casas más.

Me doy vuelta sobre mi hombro derecho nuevamente y me duermo otra horita más.

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