Al Ton del Son

lunes, 1 de agosto de 2011

Vértigo

la púrpura de ocaso enrojecía
las caladas ojivas del convento

y, como canto funeral, el viento,

sobre las torres al pasar gemía.


era un viviente mármol... Parecía

latir su corazón. Sentí su aliento,

y se forjó febril mi pensamiento

que su labio de virgen me ofrecía.


Miré en torno: quietud. Cruce la nave

del templo hundido en la penumbra grave,

y en un impulso de la mente loca.


por misterioso vértigo arrastrado,

me aproximé a la estatua fascinado

y con lúbrico ardor besé su boca.




(Leopoldo Díaz)



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